Un San Valentín sangriento

Empezamos el mes con una película de terror, pero la cosa no quedará aquí, pensamos celebrar Halloween durante todo el mes de noviembre poniendo cada domingo una película de terror, así que estad atentos cada semana por aquí. La película de hoy es un remake de un título homónimo de hace bastante tiempo, veamos de que va:

Tras un accidente en una mina, un minero se vuelve loco y empieza a asesinar a gente relacionada con las instalaciones. Un grupo de adolescentes vivirán en sus carnes el miedo y tendrán que superar durante algunos años el trauma provocado por esto. Cuando el hijo del dueño de la mina (Dean Winchester en supernatural) vuelve al pueblo pasados unos años, descubrirá que los asesinatos empiezan a repetirse y querrá detenerlos.

La película en sí no tiene nada, y cuando digo nada es NADA; es decir, personajes planos, guión absurdo, giros infumables, escenas penosas, diálogos aún más penosos etc... podría pasarme así mucho tiempo pero tampoco es plan de destrozar el título, ya que la película en sí está diseñada para verse en 3D y se nota que no tiene ninguna ambición más.

El protagonista como ya dije es Dean Winchester en Supernatural. Es la única cara conocida que podemos reconocer y lo cierto es que tampoco es que se haga de agradecer porque su presencia en la película es bastante anecdótica. No lo hace ni bien ni mal, ya que su papel no es que sea precisamente complejo. En cuanto a los demás... lo cierto es que dan bastante pena todos como actores, para que mentirnos.

La historia alcanza su máximo esplendor en los últimos minutos del filme, cuando se descubre que el asesino en realidad es el mismo Dean. Una absurdez de giro que solo se entiende como excusa para hacer algo más compleja una historia que no se sostiene por ningún lado. En cuanto al asesino, irrisorio; ¿solo porque haya sufrido un accidente en una mina debe de ir lanzando por las calles picos de minería? 

En fin, le voy a poner un 3. La película no es buena, es malísima, y no vale la pena verla. Al menos no pretende ser algo más ni dar ninguna lección moral, pero es que no tiene nada disfrutable.